29 de junio de 2010

EMIGRANDO A AMÉRICA.



Los sicilianos siempre estuvieron apegados a su tierra y a sus costumbres, diferentes en cierto modo del resto de Italia. Aun quienes dejaron el terruño buscando nuevos horizontes llevaron consigo los rasgos mediterráneos que caracterizan a ese pueblo conservador y tradicionalista. A principios del siglo XX, las migraciones sicilianas hacia el continente americano fueron creciendo y se masificaron con el arribo del fascismo.
La campaña represiva contra la mafia, impulsada por Benito Mussolini (1883-1945) después de su viaje a Sicilia en mayo de 1925 y confiada al prefecto Cesare Mori (1872-1942), se articula tanto desde un plano represivo como social. Bajo el primer aspecto se recurre masivamente a medidas policiales que, como el encarcelamiento y la confiscación del patrimonio, se proponían el objetivo de erradicar a los mafiosos de los territorios controlados por ellos al tiempo que atacaban su prestigio dentro de su comunidad; desde el punto de vista social, la acción se encaminó a neutralizar el peso de la clase intermedia de los "gabelloti" y de los "campieri", confiando las labores de mediación y de representación a órganos burocráticos, aboliendo las elecciones políticas y administrativas, reservando al Estado las funciones de protección y de reglamentación económica. "En poco tiempo - constata el sociólogo alemán Henner Hesse - con estas medidas se consiguió recortar el poder de los mafiosos, por un lado persiguiéndolos, por otro haciéndolos superfluos". Por su parte, la periodista estadounidense Claire Sterling (1918-1995) concluye: "'Mussolini ha estrangulado el monstruo en su madriguera', comentó el Times de Londres [...]. Con la caída de Mussolini, al final de la Segunda Guerra Mundial, la mafia reaparece como por arte de magia. Los "hombres de honor", todos antifascistas convencidos, pasaron directamente de las cárceles a los cargos públicos". En realidad, gran parte de los mafiosos habían escapado a la represión fascista refugiándose en los Estados Unidos de América, donde dieron vida a la Unión siciliana, que más tarde asumirá el nombre de Cosa Nostra.
Mafiosos, obviamente procedentes de Sicilia, se instalaron a principios de siglo en EE.UU. y a base de cobrar "impuestos de protección" (racket) a los comerciantes locales, crearon uno de los grupos más famosos de la historia, gracias en buena parte al cine. Su época de máximo esplendor, sin embargo, empieza con la II Guerra Mundial aunque la famosa ley seca proporcionó a algunas "familias" un buen negocio con el contrabando de alcohol. También se han dedicado a la prostitución, el juego, las drogas y todo lo que pueda suponer dinero fácil, incluídos negocios legales. Al igual que sus hermanos sicilianos, se organizan por zonas geográficas y "familias", en principio, con los mismos códigos y ritos que la Mafia.

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